sábado, 10 de abril de 2010

(VIN) Virus de Inmunodeficiencia Nacional



"La ignorancia es el elemento más violento de la sociedad" Emma Goldstein.

¿Me creerían si les digo que los países se enferman? Son primordialmente territorios, pero también son gente. Llega un momento en que uno debe hablar de una nación como si hablara de un individuo y, a su vez, de sus individuos como si se hablara de células. Así pues, tendríamos que cada uno de nosotros somos células en un organismo mayor, y cumplimos diferentes misiones dentro de este cuerpo. Varias veces durante los últimos años he expuesto a mis familiares y amigos que Venezuela, esa mujer hermosa, encantadora y sobre todo provocativa, ha adquirido una deficiencia inmunológica severa, una especie de SIDA nacional.

Nadie lo supo, ni ella misma, y por más de cuatro décadas todos disfrutaban su contagiosa sonrisa, su rítmico bailoteo, su brillante gozadera. Muchos fueron los hombres quienes disfrutaron de sus encantos y no pensaron en usar la protección necesaria para que esos momentos no tuvieran consecuencias fatales en ella. Muchos fueron los hombres que la sedujeron y ella, inocente y dadivosa, se entregó con pasión caribeña a ellos. Pero ellos no le dieron nada. Se reían a sus espaldas de la hermosa pero tonta mestiza que solo servía para satisfacer sus más bajos deseos.

Los síntomas que hoy la aquejan son múltiples: hambre, crimen, desempleo, inflación. Estos son  resfriados que pueden afectar a cualquier país, pero para la pobre Venezuela, al igual que otros pueblos del llamado tercer mundo, resultan letales. Los diagnósticos han indicado que este cuadro de síntomas tiene como raíz un conocido pero poderoso virus: la ignorancia.

La ignorancia es un microorganismo cultural que habita en todas partes, está latente en cada una de las células de la sociedad. Al igual que las bacterias que habitan naturalmente dentro del cuerpo humano, el problema surge cuando se sale de proporción. Ya lo dice la frase: “todos somos ignorantes, lo que pasa es que ignoramos distintas cosas”. No se puede pretender tener un pueblo de eruditos, tal cosa es un gran absurdo. Pero la ignorancia no es solamente la falta de un título universitario o de una profesión lucrativa. Ni siquiera está necesariamente relacionada con la pobreza.

En el fondo de nuestro “timo nacional”, es decir, ese sitio donde un país cuenta con los anticuerpos necesarios para combatir agentes dañinos, se encuentran estructuras protectoras elementales como independencia de poderes públicos, políticas educativas y de salud coherentes, entre muchas otras que son necesarias para poder llamar a Venezuela una “república”. Al igual que el virus del SIDA, el peligro del virus de la ignorancia radica en que su sintomatología es solo evidente una vez que se ha apoderado de los elementos básicos que defienden a la nación de una infección crónica.

¡Si tan solo Venezuela hubiera insistido en el uso de un profiláctico antes de unas cuantas décadas de placer! Esa barrera sencilla que apenas costaba colocarse: construyendo escuelas, urbanizando el país, motivando al ciudadano a trabajar. No. ¡Pobre la morena, pobre la catira! Pobre Venezuela, que como diría Desorden Público, fue tan mal amamantada con tetero de petróleo, ignoraba hasta eso.

Y aquellos viejos zorros tampoco se molestaron en recordárselo. Viejos sesentones de cuello blanco y retórica serpentina le prometían flores, le calentaban la oreja con sus promesas electorales. Y ella se vistió de gala muchas veces a lo largo de los años, unas veces de verde y otras de blanco, y celebraba, feliz de ser amada por aquellos hombres tan exquisitos. Hasta que llegó el día en que se dio cuenta de que estaba enferma, y que era poco lo que le importaba a aquellos hombres de paltó y Black Label. Un par de ellos, conscientes del mal que padecía, se ganaron sus últimas gotas de confianza y cariño, pero incluso allí fue engañada.

Y después de un tiempo en el que otros hombres se sentaron en su silla, ya no pudo contener su desesperación. Tanto la consumió el resentimiento que cuando se vio en el espejo y no era ni la sombra de lo que era antes, decidió probar un remedio milagroso del que había escuchado por ahí. Según le decían, lo habían patentado en Rusia, aunque el frasquito que pudo conseguir era una especie de medicamento genérico que le vendió un viejo barbudo, un militar muy pintoresco, amante del tabaco caribeño.

“No te preocupes, preciosa” le dijo en su guapachoso acento. “Con este remedio que tengo aquí te curarás de todos los males que te han hecho sufrir”.

¡Ay de Venezuela, que en su desesperación probó las pildoritas rojas!

¿Saben cómo se llaman las enfermedades que afectan a un paciente de SIDA en la etapa terminal del síndrome? Infecciones oportunistas. Son agentes a los cuales el cuerpo humano ya ha desarrollado una inmunidad natural y sin embargo, gracias a la destrucción del sistema inmunológico, ganan entrada al cuerpo del enfermo. Son entidades que se aprovechan de un país débil y necesitado para hacer de las suyas, como los gérmenes que le introdujeron aquellos viejos con que salió por más de 40 años y todavía pululan en el país.

Venezuela hoy día está en cama, aunque todavía sonríe e intenta bailar. Algunos doctores dicen que todavía hay esperanza, pero el problema está en que, por alguna razón, ella sigue creyendo que las pildoritas rojas la van a curar. Por más que le repiten que ese viejo charlatán y sus compinches solo se aprovechan de ella para ganar sus favores, y que si algo están haciendo esas pildoritas es contaminar más su débil cuerpo y dejarla en la pobreza, Venezuela no lo quiere entender. Las infecciones empeoran, y el doctor que solo ofrece falsas esperanzas se hace rico a costas de la abatida nación. Ninguno antes se había aprovechado de ella tanto como él. Venezuela está enferma, y sigue creyendo que el socialismo la va a curar.

5 comentarios:

  1. Venezuela está enferma.. y enwayaba´

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  2. Yo estaba revisando mi "escritorio" de blogger y encontre este blog que empece a seguir hace no se cuanto tiempo y que ni recuerdo como encontre... Entonces me crei loco, pero antes de revertir todo lo que hice, me decidi a leer un poco y WAO! no estaba tan loco despues de todo, sabia lo que hacia al seguir este blog.

    Excelente escrito! muy buena la metafora del SIDA y la ignorancia! Honestamente, esto es digno de aparecer en un periodico!

    Saludos!

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  3. Quizá sí estés loco, compañero R.I.B.S, pero el asunto está en que en este mundo de "cuerdos" que han hecho tantas locuras, quizá nos corresponde a los locos hacer un llamado a la cordura. Me alegra que te haya gustado mi cachivachero, ¡un saludo!

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  4. Pues si,todo lo que ha escrito son verdades grandes como catedrales,y no le negare que me produce un susto muy regular,que además me lleva a plantearme¿como te/me ayudo mi Venezuela querida?No,respuesta ahora mismo no tengo,pero seguiré buscándola,aunque se que mucho tiempo no queda,igual le agradezco haber compartido este escrito conmigo,saludos de una hija de esta Venezuela tan enferma y desvalida!

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