domingo, 11 de diciembre de 2011

Sin excusas

No puedo justificar el abandono del Cachivachero, pero quizá tampoco el Cachivachero pueda justificar su abandono hacia mí. No se trata de una excusa, pero así mismo me lo advertí en el momento en que abrí este pequeño agujero hacia el desorden de mi mente. Pedirle constancia al Cachivachero - tanto al lugar como a mi persona, pues muchos allegados me han sorprendido llamándome a mí "El Cachivachero" - es atentar contra su propia esencia. No lo controlo, no me controlo; no al nivel que incumbe a los relatos o fragmentos de relatos que aquí se cuentan. He aprendido a aceptarlo, he aprendido a aceptarme. No son excusas, son confesiones de nuestra - mi - esencia.


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