Algo más tiene que haber
en esta rara existencia
que la inclemente dolencia
que tortura y muerde al ser.
Entre plásticos suspiros
se nos escapa la vida:
la rutina con sus giros
al alma deja exprimida.
Abunda la irrelevancia,
se ha perdido lo importante:
el sable mató a la rosa
y el vulgar al elegante.
Hay quienes aún insisten
en tal tragedia ignorar:
son mentecillas que existen
siempre reacias a pensar.
Avanzamos sin notarlo
por un carril inquietante
donde siempre al más pensante
intentarán apartarlo.
Las metas que nos impone
esta locura moderna
asquearán a quien razone
sobre la idiotez eterna.
¿Qué podría yo decirles
respecto a esta reflexión?
Que mucho sufre quien mira
al mundo con indignación.
Aunque es malo resignarse,
no le veo otra salida,
y es que se amarga la vida
el que no hace más que enfadarse.
Sin embargo es cosa triste
vivir en desilusión
de toda linda promesa
que esperanzó al corazón.
Libertad: ¡qué vano sueño,
qué engaño tan vil y cruel!
Que libre sólo es el aire
y no yo, ni usted, ni aquél.
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