domingo, 15 de septiembre de 2013

¿Qué jeque es éste?

El jeque se mece, se mece.
¿qué le ennegrece el temple?
¿El ser, perennemente endeble?
De repente, se le ve demente.

El jeque envejece, teme perecer:
se teme que enferme.
De vez en vez, se ve repelente,
teme que se le mezclen gérmenes.

Es el tercer mes: el jeque bebe té.
De vez en vez, sed es de jerez,
ese jerez que merece
que se fermente levemente.

En sede, el jeque vende reses, peces.
Es menester que se generen cheques.
El jeque es gerente: emprende.
¡Prevé que se llene el tenderete!

El jeque lee, ¡es ser de mente!.
Entre lentes, ve membretes
que le enternecen el ser.
Releer es querer entender.

 El jeque es ser de gente, de plebe.
Es deferente ¡celébrenle, bésenle!
Entender deben que el rebelde perece:
Herejes bereberes "¡que se despellejen!"

Entre reyes, el jeque es presente:
merece que le veneren.
Se le ve detener mequetrefes:
"El que pelee, ¡que cese!"

El jeque ve el verde césped:
tenderse en él le es excelente.
Ese edén le embelese,
¡entretente, jeque, entretente!

Entre mecerse, mecerse,
el vejete jeque perece.
El Ser Celeste, ¿le ve?
En Él debe tener fe.


domingo, 8 de septiembre de 2013

Lamentos Octosilábicos

Algo más tiene que haber
en esta rara existencia
que la inclemente dolencia
que tortura y muerde al ser.

Entre plásticos suspiros
se nos escapa la vida:
la rutina con sus giros
al alma deja exprimida.

Abunda la irrelevancia,
se ha perdido lo importante:
el sable mató a la rosa
y el vulgar al elegante.

Hay quienes aún insisten
en tal tragedia ignorar:
son mentecillas que existen
siempre reacias a pensar.

Avanzamos sin notarlo
por un carril inquietante
donde siempre al más pensante
intentarán apartarlo.

Las metas que nos impone
esta locura moderna
asquearán a quien razone
sobre la idiotez eterna.

¿Qué podría yo decirles
respecto a esta reflexión?
Que mucho sufre quien mira
al mundo con indignación.

Aunque es malo resignarse,
no le veo otra salida,
y es que se amarga la vida
el que no hace más que enfadarse.

Sin embargo es cosa triste
vivir en desilusión
de toda linda promesa
que esperanzó al corazón.

Libertad: ¡qué vano sueño,
qué engaño tan vil y cruel!
Que libre sólo es el aire
y no yo, ni usted, ni aquél.