"¿La Verdad? Mira, pasa esa montaña, cruzas como 10 kilómetros..."
"¡No, chico! La verdad queda por el desier.." "¡No, no, no, la Verdad..."
"Déjeme explicarle; la Verdad queda en mi pueblo, venga que yo lo llevo..."
"¡Epa! No se deje engañar, la Verdad queda alláaaa arribota..."
"Venga, mijito, que le explico: la Verdad está aquí cerquita, yo la visitaba mucho cuando joven, pero ya ni me acuerdo dónde es que andaba".
"No le haga caso usted a esta pobre vieja; la Verdad está donde siempre ha estado. Si quiere lo llevo, yo siempre paso por allá"...
Muerto de sed, cansado y desanimado, se sentó en el solitario y polvoriento camino, y sospechó que buscaba la verdad de otros y no la de él.
Días más tarde, le vieron pasar, y le preguntaron a dónde iba. "A la Verdad" contestó con el gesto de quien sabe algo que otros ignoran.
"¿Y eso dónde queda?" le preguntaron, arrugando sus narices. Y él contestó: "Yo no tengo la menor idea, pero hacia allá es donde iré".
"¿Necesita de algún guía?" le ofreció una voz chillona. "No, gracias. Si algo he descubierto, es que a la Verdad se tiene que llegar solo".
- FIN - (de verdad).
*Originalmente este relato fue presentado en manera de "trinos" en la red social "Twitter".
Que bonito estilo y profundo tú cuento. Tú amigo Matías.
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