Aunque muchos no lo sepan
ahora somos exiliados:
echados de nuestra patria,
del terruño despojados.
Les aclaro una cosita,
por si queda alguna duda:
lo nuestro no es guachafita
sino una crisis bien ruda.
Debido a tanto problema,
nos fuimos a todas partes
de nuestro inmenso planeta
a practicar nuestras artes.
Sin embargo, esto no quita
que sea buena la ocasión
para que a este triste exilio
se le otorgue otra visión.
Ahora el mundo nos conoce
(por lo malo y por lo bueno)
y no hay quien no baile y goce
con el sabor que tenemos.
Estamos en la Florida
"¡vaya, qué vida!"
Y también en Panamá:
"¡Una guará!"
Llegamos hasta Argentina
"¡fuera Cristina!"
e inclusive al Ecuador
"¡qué gran honor!"
Al norte también nos fuimos
"¡los que pudimos!"
a los Yunáited o a México
"¡qué lindo léxico!"
Andamos por Nueva York
"Loved the pulled pork!"
e incluso nos ven en Houston
"¿Lo creen justo?".
Cruzando el gran charco azul
también se fue más de uno;
si este ritmo lo seguimos,
llegaremos a Neptuno.
Hay de los nuestros en Suiza
"¡qué fresca brisa!"
e inclusive en Budapest
"¿qué pasa, pues?"
Venezolanos en Roma
"¡Bella Madonna!",
en Oviedo y en Madrid
"¡es guay aquí!"
Incluso allá en Estocolmo
"¡del frío, el colmo!"
en Düsseldorf y en Moscú
"Mira pues, drug*!".
*"amigo" en ruso
*"amigo" en ruso
Incluso en el viejo Tokio
"¡grave coloquio!"
y la lejana Canberra
"¡qué rara tierra!".
"¡qué rara tierra!".
Inclusive allá en Arabia
"¿no les da rabia?"
en Marruecos y en Nigeria
"¡vaya miseria!".
El cuento es que nos regaron
en lo ancho y largo del mundo
lejos de aquellos lugares
de donde uno es oriundo.
Pero yo vuelvo y les digo
que es mejor no deprimirse:
en este éxodo, amigo,
hay que intentar divertirse.
¿Habría visto Ud. antes
a un suizo comer arepas,
a un sueco bailar joropo
o decirle a un ruso "¡Epa!"?
Dicen que a los canadienses
les encanta un patacón,
y que los gringos ya mueren
por una empaná' de cazón.
Nuestros médicos hoy curan
a vascos y catalanes,
y nuestros maestros enseñan
a austríacos y alemanes.
Venezuela está regada
por los cinco continentes
que hemos ido "invadiendo"
con ideas inteligentes.
No se confunda, compadre,
sí hay mucho que lamentar:
nuestra historia es un desmadre
muy duro de asimilar.
Pero como hoy ando optimista
yo le digo con certeza:
de todo esto aprenderemos,
hasta sufriendo hay belleza.
Yo sueño con el momento
en que podamos volver
a nuestra querida tierra
para hacerla florecer.
Mientras tanto, lo que toca
es echarle un buen pichón
en cualquier lugar que estemos
los miembros de nuestra nación.