sábado, 5 de enero de 2013

Notas sobre un Gblöx


Algunas gentes que no conocemos aún definen un Gblöx como un espacio donde la realidad se ha quedado a mitad de camino entre la existencia y la no-existencia. En ciertos rincones del infinito – esto al menos en cuanto a nuestra (im)posibilidad de concebir sus dimensiones - cosmos, se encuentran estas peculiares regiones donde los objetos no toman una forma total y se manifiestan incompletos, aparentemente condenados a ese estado entre ser y no ser.

Entre las características más curiosas de los Gblöx (palabra para la cual no se ha acordado una forma plural) se encuentra el hecho de que su existencia a medias no impide el desarrollo de las funciones más habituales de los objetos; esto es, un medio-farol puede perfectamente proporcionar una media-luz a una media-calle de una media-ciudad, siempre conservando – como ya habrá adivinado el lector – su condición de medio-objeto, atrapado para siempre en un limbo que no le otorga una existencia total ni le excluye por completo del plano de la realidad.

Más allá de la inquietud que hace que nos preguntemos qué clase de capricho cósmico produce la existencia de los Gblöx, es necesario discutir los pormenores de una media-existencia para los habitantes de alguna de estas regiones de nuestro misterioso universo. Porque sin duda habitan seres medio-vivos dentro de estos sistemas medio-existentes, a veces muy similares a los que pueblan nuestra realidad. Y es que los medio-átomos (estructuras de la materia que sólo se manifiestan dentro de un Gblöx, y poseen, como habrán de esperar los entendidos, todo su portafolio de subpartículas, siempre ajustadas a su condición media) permiten crear enlaces que parecen plenamente diseñados para que dentro de esta aparentemente caótica realidad de la cual apenas hemos podido dilucidar algunos elementos.

Desafortunadamente, hasta aquí llega esta media-nota. Para encontrar el resto, habrá que extrapolar la estructura que la compone a nuestra realidad, donde supuestamente las cosas pueden adquirir una totalidad. A menos que, por supuesto, vivamos en un Gblöx y no nos hayamos dado cuenta, en cuyo caso, y para cierta ironía, muchas incógnitas que aún conocemos a medias (o quizá hasta menos) podrían quedar totalmente explicadas.

Quién sabe...


(La imagen no muestra una media luna, sino una luna completa dentro de un Gblöx. Foto: Sinivas Radushet, Inutilista)


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