Kony por aquí, Kony por
allá,
¿Y qué opinan de la miseria que a nuestro lado
está?
Que la realidad es terrible,
jamás lo voy a negar.
Pero toda esta farándula es
también calamidad.
De repente todo el mundo se pareció
preocupar
por lo que les enseñaba cierto video viral.
"¡Qué buena gente del
mundo, qué gran solidaridad!"
Pero analicen a fondo lo que
sucede en verdad:
Creer que con un clic basta,
que con todo va a acabar.
¡Qué humanidad tan ingenua,
ahogada en banalidad!
La guerrilla colombiana
también suele reclutar
a niños que con veneno
logran adoctrinar.
¿Dónde está la iniciativa,
el video, el documental?
¿Por qué unos y no otros
ganan popularidad?
Parece más glamoroso de tierras lejanas hablar
al referirse a tragedias, a la gran crisis global.
El niño que huele pega limosna nos pedirá
y le diremos "¡no jodas!" comiendo en un restaurant.
Son demasiados los niños
que aprenden a disparar
en Uganda y en Colombia,
¡en tu pueblo, en tu ciudad!
Aquí mismo en Venezuela, no hace
mucho tiempo atrás
a una pila de niñitos
pudieron fotografiar
sosteniendo unos fusiles,
cual guarnición militar;
¡encapuchados de odio antes
de saber sumar!
Con historias invisibles el
mundo se puede llenar:
gente que vive en las
sombras hay en cualquier lugar.
La gran tragedia del mundo,
su gran tragedia moral
la tenemos muy cerquita,
pero no es tan popular.
La diferencia, amigos míos,
se puede y debe crear,
pero empezando en ti mismo,
tu grupo o comunidad.
Sólo así - creo -
lograremos a la violencia acabar,
y lograr que el mundo sea
quizá un mejor lugar.
No les discutiré nunca que a
África hay que ayudar:
al desgraciado de Kony es
necesario atrapar.
Pero mi punto preciso se lo
vuelvo a enfatizar,
que muchos malentendidos se pueden
así evitar:
La cadena de violencia, la
plaga ruin de maldad,
no comienza ni termina por
ningún particular.
Es una lucha muy larga que
no podemos pensar
que se pelea por Facebook,
desde la comodidad.
Insisto: son demasiados
los niños de la actualidad,
que disparan metralletas
y nunca han tenido un hogar.